viernes, 3 de mayo de 2013

Historia de una mami: Mezcla de sentimientos.



Hoy es viernes, y un día más, tenemos la historia de una mami. Una historia que cuenta la tristeza y la alegría del mismo momento, como un momento feliz puede ser amargo, y como un momento amargo puede compensarse en cierta medida por un momento feliz. Esperamos que os guste, y muchas gracias a Marieta Serra por compartir su historia con nosotras.

"Mi historia no es una historia que trate directamente de mi embarazo o de mi parto en sí, pero va muy ligado a todo esto. 

Parece mentira como se pueden mezclar los sentimientos de alegría y de tristeza a la vez. Mi historia trata de una llegada muy esperada y de una despedida demasiado rápida. 

Me quedé embarazada a principios del 2012 y este prometía ser mi año: el 25 de febrero me iba a graduar en magisterio infantil, cumpliría los 30 años en septiembre y seria madre de una niña. 
Cuando lo conté, toda mi familia estaba muy emocionada, especialmente mi yayo, que se puso a cantar y a bailar como nunca lo había visto! Es una escena preciosa que mi primo, conocedor de que le haría mucha ilusión, grabó con el móvil. 

Todo iba fantásticamente bien hasta finales de agosto, que mi madre me llamó para decirme que iban a ingresar a mi yayo para hacerle una biopsia del hígado, pues había algo que no iba bien. Y no me dijeron nada mas, para evitar que me pusiera nerviosa supongo… Pero no lo consiguieron y yo cada día estaba más de los nervios.

El 4 de septiembre, 10 días antes de mi cumpleaños le hicieron la biopsia y se confirmó lo que todos temíamos: tenía cáncer de hígado y metástasis en un pulmón. Yo estaba embarazada de 37 semanas y solo deseaba que mi yayo luchara para poder conocer a su bisnieta, pero los pronósticos eran muy malos y él cada día lo pasaba peor: le costaba respirar, le dolía todo y casi no podía ni comer. Se apagaba poco a poco. La última vez que hablé con él fue el 11 de septiembre por la mañana, ya que por la tarde le sedaron. 

Murió el 15 de septiembre, un día después de mi cumpleaños. 

El tanatorio y el entierro fueron especialmente dolorosos para mí. Todo el mundo me comentaba lo que yo ya sabía: “Que pena, murió sin conocer a su bisnieta” y yo les contestaba que no, que a su bisnieta ya la conocía porqué cada vez que me tocaba la barriga ella se movía con gusto. Aun así me desmoronaba cada vez que me lo decían hasta que mi pareja dijo que basta y, con delicadeza, invitó a la gente a que me dejaran un poco de espacio porqué estaba ya en un estado muy avanzado. Aquella noche soñé con él, me decía que cuando naciera su bisnieta se lo hiciera saber. Y así lo hice, cuando tuve fuerzas para ir al cementerio, le llevé una rosa blanca preciosa.

A la semana, el día 23 de septiembre, nació mi princesa. La salvación de mi familia. Ahora cada vez que recordemos la fecha de la muerte de mi yayo y nos sintamos tristes, recordaremos que a la semana llegó a nuestras vidas la mayor alegría que podríamos tener: Laia."



Un besote de ánimo a toda la familia, y a la pequeña Laia, que seguro es y será la alegría de la casa.